martes, 8 de septiembre de 2009

ESPIANDO UN POQUITO A MARTA, LA MEJOR JUGADORA DEL MUNDO PARA TODOS



La mujer 10 Comparte trono en el Hall de la Fama de Maracaná junto a Pelé, Zico, Garrincha, Romario o Ronaldo. Acaba de ganar su tercer FIFA World Player consecutivo en la gala que acaparó Cristiano Ronaldo. Esta es la historia de Marta Vieira da Silva, la mejor futbolista del mundo, contada por su biógrafo, Diego Graciano. Diego Graciano
Marta Vieira da Silva (19-02-1986, Dois Riachos, Brasil) nació pobre, sin documentos ni fotografías, en una de las regiones con mayor índice de analfabetismo y desigualdad del país. Por el hecho de haber nacido mujer y querer practicar un deporte machista, Marta estaba condenada a la discriminación. Desde los cinco años, comenzó a dedicarse a lo que sería su más profunda pasión, en una calle de tierra, con chicos que la echaban a gritos de aquellos “picados”. En su pueblo era imposible ver a una mujer jugando a la pelota. Vivía en una región machista, donde no llegaba ninguna información sobre el fútbol femenino. El estado de Alagoas, conforme a las tradiciones indígenas y africanas, identifica a la mujer con las tareas domésticas. Curiosa coincidencia, el nombre Marta significa “ama de casa”.


En el descanso de un partido, las rivales solicitaron que se quitara la ropa para comprobar si era una mujer




Sus hermanos mayores la reprendían por jugar a la pelota con varones, preocupados con la reputación de su hermana menor, por quien se sentían responsables. La encerraban en su casa, pero Marta siempre escapaba y volvía al campo. A los 8 años, con un poco de dinero que recaudó vendiendo helados en las esquinas de su pueblo, Marta se compró un pantaloncito de fútbol a escondidas. A los 9 años fue capitán, revelación y campeona en un torneo local masculino de fútbol sala. Pero como volvió locos con su talento a sus rivales masculinos, al año siguiente la prohibieron participar. “Mujer macho” fue el apodo que los intolerantes eligieron para ella. A los 12 años, en un partido femenino, regateó a cinco jugadoras y una mujer le gritó desde fuera: “¡Pégale donde duele a esa mujer macho!”. Incluso, en el descanso, las rivales solicitaron que se quitara la ropa para comprobar si de verdad era una mujer. Marta era consciente de que debía librar una “guerra” para poder jugar al fútbol. Si no hubiera sido por su determinación y carácter, hoy estaría condenada a pasar sus días en Dois Riachos, donde sus casi 13.000 habitantes carecen de oportunidades. Estaría jugando en CSA, el equipo masculino de su pueblo. Pero logró “escaparse” para triunfar gracias a Marcos, un héroe anónimo que convenció a la familia de Marta para llevarla a Río de Janeiro a sus 14 años y realizar una primera prueba en el club carioca del Vasco de Gama.




Algunos dicen que es la versión femenina de Ronaldinho Gaucho, pero en mi opinión el juego de Marta es más parecido al de Lionel Messi


A comienzos de 2004, el Umea, uno de los mejores equipos femeninos del mundo, logró contratarla. Marta bajó del avión en Estocolmo el 4 de febrero y lloró de emoción al tocar la nieve por primera vez. Tenía 17 años. Todo era nuevo para ella. Del clima tropical de Brasil al frío polar ártico, de ser ignorada en su país a ser fotografiada (la esperaban cientos de periodistas en el aeropuerto de Suecia), de morena y poco instruida (dejó la escuela a los 14 años) pasaría a vivir en Umea, ciudad de rubios y universitarios. De entrenarse sola por las calles de Belo Horizonte a los entrenamientos rigurosos de Suecia, de ser llamada “mujer macho” a ser respetada y considerada profesional.Su adaptación al fútbol sueco resultó muy rápida: ganó la Copa de la UEFA, fue elegida “personalidad del año” compitiendo con un ministro de Educación y una arquitecta tailandesa, y además se consagró como la tercera mejor jugadora del mundo según la FIFA. Todo eso le ocurrió con 18 años y fue la primera mujer latinoamericana en conseguirlo. Algunos dicen que es la versión femenina de Ronaldinho Gaucho, pero en mi opinión el juego de Marta es más parecido al de Lionel Messi. Los dos manejan la pierna izquierda de forma fulminante, son rápidos, hábiles, ponen mucha voluntad en cada pelota y a veces definen los partidos por sí solos. Existen otros íconos femeninos: el caso de las estadounidenses Mia Hamm y Michelle Akers, la alemana Birgit Prinz, la sueca Hanna Ljungberg o la brasileña Formiga; pero creo que Marta, a sus 22 años, posee la mejor pierna izquierda de la historia del fútbol femenino. Mi libro, Voce é mulher, Marta, (“¡Vos sos mujer, Marta!), es la primera biografía publicada en Sudamérica sobre una mujer futbolista. En sus páginas el técnico Carlos Alberto Parreira opina que Marta no podría jugar en un equipo masculino por cuestiones físicas, pero destaca que ella tiene una técnica mejor que muchos profesionales hombres. Marta representa mucho más que el primer ídolo mujer del fútbol en Brasil. Su historia de superaciones marcó un golazo a una sociedad que la discrimina.